Reflexión Lección 58 Día 27 de Febrero. Un Curso de Milagros. Helen Schucman. Solo Por Hoy. Coda.

-soloporhoy.net


Plegaria Solo por Hoy
"Dios Concédeme la Serenidad para Aceptar las cosas que no puedo cambiar, Valor para cambiar las que sí puedo y Sabiduría para distinguir la diferencia."

Así Sea. Así Sea. Así Sea.


El Milagro reconoce que todo el mundo es tu hermano, así como mi hermano también. Es una comunicación directa con Dios, tal y como lo concibas, indicando que la condición aparente entre Dios y el hombre es una falsa separación. Un milagro es una reparación a través del perdón. El propósito de estas lecciones es entrenar a tu mente para esta transformación. Nada irreal existe, nada real puede ser amenazado; en eso radica la Paz de Dios. Meditaciones Solo por Hoy. Literatura Codependientes Anónimos.

LECCIÓN 58

Hoy vamos a repasar las siguientes ideas:

1. Mi santidad envuelve todo lo que veo.

De mi santidad procede la percepción del mundo real. Habiendo perdonado, ya no me considero culpable. Puedo aceptar la ino­cencia que es la verdad con respecto a mí mismo. Cuando veo el mundo con los ojos del entendimiento, sólo veo su santidad por­que lo único que puedo ver son los pensamientos que tengo acerca de mí mismo.


2. Mi santidad bendice al mundo.

La percepción de mi santidad no me bendice únicamente a mí. Todas las personas y todo cuanto veo en su luz comparten la dicha que mi santidad me brinda. No hay nada que esté excluido de esta dicha porque no hay nada que no comparta mi santidad. A medida que reconozca mi santidad, la santidad del mundo se alzará resplandeciente para que todos la vean.


3. No hay nada que mi santidad no pueda hacer.

El poder curativo de mi santidad es ilimitado porque su poder para salvar es ilimitado. ¿De qué me tengo que salvar, sino de las ilusiones? ¿Y qué son las ilusiones sino falsas ideas acerca de mí? Mi santidad las desvanece a todas al afirmar la verdad de lo que soy. En presencia de mi santidad, la cual comparto con Dios Mismo, todos los ídolos desaparecen.


4. Mi santidad es mi salvación.

Puesto que mi santidad me absuelve de toda culpa, reconocer mi santidad es reconocer mi salvación. Es también reconocer la sal­vación del mundo. Una vez que haya aceptado mi santidad, nada podrá atemorizarme. Y al no tener miedo, todos comparti­rán mi entendimiento, que es el regalo que Dios me hizo a mí y al mundo.


5. Soy bendito por ser un Hijo de Dios.

En esto reside mi derecho a lo bueno y sólo a lo bueno. Soy ben­dito por ser un Hijo de Dios. Todo lo que es bueno me pertenece porque así lo dispuso Dios. Por ser Quien soy no puedo sufrir pérdida alguna, ni privaciones ni dolor. Mi Padre me sustenta, me protege y me dirige en todo. El cuidado que me prodiga es infinito y eterno. Soy eternamente bendito por ser Su Hijo.

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